Emprender como extranjero o como mexicano, tan difícil como satisfactorio

Cuando alguien se traslada a vivir a un país extranjero, por muchos conocidos que pueda tener, se hace difícil la inserción. Es una cultura diferente, se practican otros hábitos y comportamientos hacia lo que parecen ser mismas actitudes… Podría hacer una lista con decenas de puntos; aunque pienses que por ser español note menos todos esos handycaps, no fue así.

Ahora imagina si decides que estás tan enamorado de ese país que, en un cierto plazo (posiblemente largo), no quieres volver al tuyo de origen y decides emprender. Voilà! En ese saco estoy yo, enfrentando cada día los inconvenientes de crear un negocio propio. Si de por sí es complicado hacerte de un entorno cercano a nivel personal… mejor no contarte lo que es buscar stakeholders que confíen en ti.

Es por ello que me gustaría compartir mi experiencia hasta la fecha, del esfuerzo y a la vez satisfacción que conllevan ser emprendedor en un país que, aunque lo sientas como tuyo, no lo es.

Para empezar quiero romper con un tópico que se está extendido en exceso: el famoso malinchismo. No es cierto que por norma, el hecho de ser español, europeo o simplemente no-mexicano hace más fácil llevar a cabo obligaciones empresariales que todos tenemos. Quiero decir que por fortuna, cada vez más se reconoce el esfuerzo y el empeño que tantos jóvenes de mi edad, pero nativos, están desarrollando; la propuesta de valor ya se demuestra con hechos, no con acentos.

Cuando decidí que quería dejar mi empleo en este país para poder crear mi negocio (entre otras razones), surgieron en mi cabeza infinidad de dudas. Lo primero que hice fue comprar una agenda para apuntar todas y cada una de las cuestiones. Fueron tantas que empecé a hacer categorías: aquellas relacionadas con el régimen fiscal adecuado para lo que quería llevar a cabo y sus implicaciones; otras sobre tributaciones y temas contables; por supuesto, las referidas al plan de negocios; y por último, pero no menos fundamentales, preguntas relacionadas con el arranque de la agencia.

Por lo general, cuando tenemos aspectos que aclarar sobre cualquier tema lo primero que hacemos es abrir una nueva ventana del explorador y poner en Google, de manera textual, la pregunta: “¿Cómo emprender en México?” Y efectivamente aparecieron tantas soluciones que no supe por dónde empezar (esta fue una de las principales causas por las que me pareció tan interesante colaborar en un proyecto como Emprendedor Digital, por la falta de apoyo concreto que necesitamos en esa etapa de nacimiento empresarial).

En la gran mayoría de las páginas  se planteaban alternativas financieras, como si el único problema al que uno se enfrenta fuera ese. Pero me ayudó, porque de una web iba a otra, y a otra, que cambiaba de temática hasta que di en el clavo: empezar a investigar sobre el tipo de persona que me convenía ser, física con actividad empresarial o moral.

Desde el año 2015, el Gobierno Federal ha motivado con beneficios de toda índole la creación de Regímenes de Incorporación Fiscal, coloquialmente conocidos como RIF; esto para bajar la tasa de informalidad que sufre el país. “No pagas IVA durante el primer año de actividad si no superas los $100,000 de facturación, declaras cada 2 meses…” Sin embargo, en mi opinión particular, esta tipología conviene en gran medida a aquellas personas que venden productos físicos, tangibles, y que a corto plazo no esperan tener un crecimiento potencial. Pero tengo un lema que una vez leí en el libro El vendedor más grande del mundo, de Og Mandino:

“Nunca me preocuparé de que mis metas sean demasiado elevadas puesto que, ¿no es mejor acaso apuntar mi lanza a la una y herir solamente a un águila que apuntar mi lanza al águila y pegarle solamente a una roca?”

Tomé la decisión de buscar un socio y empezar como persona moral… ¿pero cuál?

En este punto fue cuando empecé a hablar de mi proyecto con contactos, ya fueran personales o profesionales, para que me asesorasen sobre el paso siguiente; principalmente porque no me cobraban por dicho servicio de consultoría. Como era de esperar hubo de todo pero sí escuché a más del 50% decirme que lo hiciera como SAPI o Sociedad Anónima Promotora de Inversión. Podría pasar varios párrafos explicándote a detalle las características de la misma pero, grosso modo, es el concepto moderno de la tradicional Sociedad Anónima: más flexible y adaptado a los nuevos tiempos económicos.

Ahora sí llegó una parte complicada, puesto que no soy abogado, y fue pensar en el Objeto Social y en el Proyecto de la SAPI. Para serte franco, necesité ayuda profesional. Son temas complejos y técnicos, especializados, que definitivamente van a determinar la actividad que vas a llevar a cabo en el futuro empresarial por lo que es adecuado pedir ayuda si así lo estimas oportuno; mejor que equivocarte.

Fue en este momento cuando entraron en el juego instituciones como la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) y el Consejo Coordinador de Empresarios Jóvenes de Jalisco (CCEJJ), donde fui a pedir apoyo sobre cómo iniciar a nivel legal. Por suerte hay muchas organizaciones como estas que no solo te dan luz sobre los primeros pasos a dar, sino que además por una cuota anual mínima pueden ofrecerte un mejor y más personalizado apoyo. También te recomiendo entrar en el sitio del Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) donde además de estar al tanto de los últimos eventos relacionados, puedes encontrar información sobre las convocatorias de fondos que actualmente están abiertas y hacerte miembro de la Red de Apoyo al Emprendedor.

Ojo con emocionarte al ver tantas ayudas a fondo perdido. No es complicado acceder a aquellas en las cuales cumplas con los requisitos, pero al igual que al pedir un crédito, es un proceso largo y tedioso. Existen empresas privadas que se dedican exclusivamente a dar asesoría sobre cómo presentar proyectos y cuáles son los que suelen tener éxito; si crees que el tuyo es difícil de plasmar, apóyate en ellas.

El INADEM también pone a nuestro alcance una innumerable lista de incubadoras y desarrolladoras de negocios. Decidí contar con la ayuda de una de ellas para poder avanzar; además, dada la experiencia que tienen, su red de contactos es muy amplia y me aseguraron pagar unos servicios “económicos” por el servidor público que tenía que estar presente en la firma. Así fue.

Claro que siempre que puedas ahorrarte esta cantidad, el capital social de tu nuevo negocio lo agradecerá. Pueden ser contemplados como gastos de preparación (implícitos en cualquier proyecto), pero mi consejo es que todo lo que puedas hacer tú mismo o por ayuda de tu entorno de manera gratuita, lo aproveches.

Hablando de capital social… Me contaron de los beneficios de traer dinero del extranjero. Por desgracia no viví en primera persona esto como para poder contártelo a detalle, pero si es tu caso infórmate bien, ya que podrás disfrutar de ciertos privilegios por considerarse una inversión en la economía del país. Macroeconómicamente hablando, la importación de capital extranjero siempre es un factor beneficioso para el lugar de destino por lo que es razonable que también sea bueno para ti.

El siguiente paso es dar de alta en el Servicio de Administración Tributaria (SAT) la persona física con actividad empresarial o moral. Desde mi experiencia, es una organización que funciona de maravilla. Pides cita a través de su portal (aunque tarden un mes en dártela), acudes y resuelves. Si decidiste empezar como RIF no es necesario que pierdas el tiempo en ir, con tu Firma Electrónica (FIEL) lo puedes hacer absolutamente todo por Internet.

Y es este instante es cuando necesitas un contador. Llevar la contabilidad de tu negocio puede parecer fácil pero quizás, debido a la falta de conocimiento, puedas cometer algún error que el día de mañana te traiga problemas. En el caso de ser RIF, he escuchado que sin problemas puedes gestionarla tú mismo. Empezar con buen pie es clave para poder llevar unas finanzas claras. Los servicios de estos profesionales no suelen ser caros para los principiantes ya que los movimientos y transacciones no empiezan a tener vida hasta, como mínimo, pasados los 3 meses. Paga lo justo.

Te preguntarás en qué momento vas a trabajar tu plan de negocios… ¡A la par que todas estas actividades! No esperes acabar una tarea para comenzar la siguiente o entonces el procedimiento se hará eterno. Avanza en tu tiempo libre con este documento el cual, si realmente sientes la pasión de iniciar un nuevo negocio, no te va a costar ningún esfuerzo. Aunque no necesites financiamiento o no te quieras presentar a ningún concurso público o privado para obtener subvenciones, es algo que tienes que diseñar y desarrollar de manera óptima para no perderte en el camino del emprendimiento. Habrá veces que te levantes pensando que has descubierto el hilo negro, sin embargo otras lo harás con la mente llena de inconvenientes de poder llevar a cabo tu sueño. Pon claridad en el asunto, desarrolla un modelo CANVAS o cualquier otro y lee nuestro artículo sobre los aspectos que este debe contener. Te ayudará.

Y por último, la fase más importante: VENDER.

Es algo que no a todos nos gusta pero que, al ser el creador y dador de vida de esta compañía, tienes que hacer de manera obligada. Y estarás de acuerdo conmigo en que nadie lo va a ofrecer como tú. Pues adelante, planifica citas con clientes potenciales, manda correos, usa WhatsApp y llama a la gente de tu entorno a la que le pueda interesar tu producto o servicio, insiste con ellos sin tener pena. Recuerda que serán los que más te ayuden en tus comienzos. Posteriormente, empieza a investigar en Cámaras de Comercio especializadas donde puedas tener éxito, grupos de empresas especializadas en un sector o incluso en algunas de las instituciones que nombré anteriormente. Siembra en exceso para poder recoger lo mínimo más adelante.

De ti (y de tus socios, en el caso que tengas) va a depender qué tan fructífero sea el negocio en los primeros meses. No dejes que desistan las ganas por más difícil que parezca el proceso. Algo que he oído mucho en este tiempo ha sido “nadie dijo que fuera fácil“. Y honestamente no lo es. Pero como decía al principio del artículo, el mismo nivel de esfuerzo que requiere es la cantidad de satisfacción que vas a recibir.

Si me preguntas, fue la mejor decisión que pude tomar: tener mi empresa de servicios de Marketing Estratégico. Soy dueño de mi tiempo, de mi esfuerzo y veo recompensas más a corto plazo que siendo empleado. Crecer en una compañía dependiendo de alguien es lento. Crecer en tu propio negocio solo depende ti.

No esperes más si lo tienes en mente. Es ahora o nunca.

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